jueves, 13 de febrero de 2014

Sobre el concepto de Cultura

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La cultura de espectador, pasiva, de consumo, no es propiamente cultura.

Cultura es tener acceso a realizar una práctica saludable de artes que son el alimento del alma, en las que se desarrolla la potencialidad creativa de cada persona y que proporcionan mejores condiciones para la consecución de la felicidad personal. Se trata de un concepto activo, no pasivo.

La cultura de especialistas, de celebridades, de espectador pasivo, no es cultura, es negocio.

Por supuesto en un tal concepto de cultura activa, de participación, lo principal, aún con ser importante, no es la calidad de lo producido (Este es el argumento esgrimido por la cultura-negocio para excluir de la práctica de las artes creativas a la gran cantidad de personas, al “público”) Lo principal es la satisfacción, la buena salud mental (“corpore sano in mens sana”) y la felicidad que obtiene el practicante de las artes y su público allegado e interesado.

Imaginemos que, para la práctica del deporte, se exigiera a los postulantes unas “marcas” mínimas, una calidad mínima, y se excluyeran de la práctica a los que no las alcanzaran. Por ejemplo: correr los 100 metros en 12 segundos o saltar un metro sesenta en salto de altura. Ya se viene diciendo desde hace muchos años en deporte que “lo importante no es ganar sino participar”.

Por tanto, déjense los defensores de la cultura-negocio de absurdos criterios de “calidad” aplicables sólo a ellos mismos y faciliten a todo el mundo la práctica de las artes creativas a todos los niveles, sin usar argumentos excluyentes.

Sólo piensen en que, para asistir como espectador a la actuación de un divo con precios de entrada prohibitivos (por los desorbitados cachés de las celebridades) y que aún así sólo cubren el décimo del gasto necesario, ha sido preciso extraer el noventa por ciento del dinero restante de los impuestos que pagamos todos.
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